jueves, 21 de octubre de 2010

La primera biblioteca que recopila tradición oral de la historia... interminable

Por la Biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León

En la Biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León contamos con gran cantidad de bibliografía sobre tradición oral y su fonoteca alberga cientos de discos compactos con trabajo de campo recopilando cuentos y leyendas… pero no hemos inventado nada… lo sacamos de aquí:

La historia de la Biblioteca de Amarganz
[Fragmento de “La Historia Interminable”, de Michael Ende]

-«En tiempos muy remotos vivía en Amarganz una Anciana de Plata llamada Quana, que reinaba en la ciudad. En aquellos tiempos antiquísimos no existía Murhu, el Lago de las Lágrimas, ni estaba hecha Amarganz de la plata especial que resiste a sus aguas. Todavía era una ciudad completamente corriente, con casas de piedra y madera. Y estaba en un valle, entre colinas de bosques.

Quana tenía un hijo llamado Qüin, que era un gran cazador. Un día, Qüin vio en los bosques un unicornio que tenía una piedra luminosa en la punta de su cuerno. Mató al animal y se llevó la piedra a casa. Sin embargo, con ello atrajo una gran desgracia sobre la ciudad de Amarganz. Sus habitantes tuvieron cada vez menos hijos. Si no encontraban la salvación, estaban condenados a extinguirse. Pero no era posible volver a la vida al unicornio y nadie sabía qué hacer.

Quana, la Anciana de Plata, envió mensajeros al Oráculo del Sur, que entonces existía todavía, a fin de que Uyulala le dijera lo que se debía hacer. No obstante, el Oráculo del
Sur estaba muy lejos. El mensajero había sido un joven al salir y cuando volvió era muy anciano. Quana, la Anciana de Plata, había muerto hacía mucho tiempo y, entretanto, la había sucedido su hijo Qüin. También él, naturalmente, era viejísimo, lo mismo que todos los demás amargancios. Sólo había una pareja de niños, un chico y una chica. Él se llamaba Aqüil y ella Muqua.

El mensajero hizo saber lo que le había manifestado la voz de Uyulala: Amarganz sólo podría subsistir si se convertía en la ciudad más hermosa de toda Fantasía. Únicamente de esa forma quedaría reparado el crimen de Qüin. No obstante, los amargancios sólo podrían lograrlo con ayuda de los ayayai, que son los seres más feos de Fantasía. Se les llama también «los que siempre lloran» porque, por el pesar que les causa su propia fealdad, derraman lágrimas continuamente. Sin embargo, precisamente con esos torrentes de lágrimas lavan esa plata especial de las profundidades de la tierra y hacen con ella la más maravillosa de las filigranas.

Entonces todos los amargancios fueron a buscar a los ayayai, pero no pudieron encontrar a ninguno porque viven en las profundidades de la tierra. Finalmente sólo quedaron Aqüil y Muqua. Todos los demás habían muerto y, entretanto, lo dos habían crecido. Y los dos juntos lograron encontrar a los ayayai y convencerlos para que hicieran de Amarganz la ciudad más hermosa de toda Fantasía.

Así construyeron los ayayai la primera embarcación de plata y, sobre ella, un pequeño palacio de filigrana, y pusieron la embarcación en la plaza del mercado de la despoblada ciudad. Luego orientaron bajo tierra sus torrentes de lágrimas de forma que, como fuentes, afloraran en el valle que había entre las colinas pobladas de bosques. El valle se
llenó de aguas amargas y se convirtió en Murhu, el Lago de las Lágrimas, en el que flotaba el primer palacio de plata. Y allí vivieron Aqüil y Muqua.

Los ayayai habían puesto una condición a la joven pareja: que ésta y todos sus descendientes se dedicasen a cantar canciones y contar cuentos. Y mientras lo hicieran, los ayayai los ayudarían, porque de esa forma participarían también y su fealdad contribuiría a hacer algo bello.

Por eso Aqüil y Muqua fundaron una biblioteca -la famosa Biblioteca de Amarganz- en la que reunieron todas mis historias. Comenzaron por ésta que acabáis de oír, pero poco a poco fueron añadiendo todas las que he contado alguna vez, y finalmente fueron tantas que ni aquellos dos ni sus numerosos descendientes que hoy pueblan la ciudad podrían agotarlas nunca.

El que Amarganz, la más hermosa ciudad de Fantasía, siga existiendo hoy se debe a que los ayayai y los amargancios han cumplido su mutua promesa... aunque ninguno de los dos sabe ya nada de los otros. Sólo el nombre de Murhu, el Lago de las Lágrimas, recuerda todavía lo que ocurrió en tiempos remotos.»

Un saludo a todos

Museo Etnográfico de Castilla y León. Biblioteca
documentacion@museo-etnografico.com

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